lunes, 25 de abril de 2011

I think..that's all

Querer a quien antes te ha querido a ti es algo realmente frustrante o tal vez, pésimo. Te rechacé en su momento inconsciente de lo que hacía, de lo que derrochaba con ese rechazo. Ahora he recapacitado, me he quebrado la cabeza mil veces, me he angustiado y he intentado echar de mi cuerpo toda esa amargura o quizás el sentimiento que la provoca. Es decir, intenté olvidarte haciendo todo lo posible. Pero hallá donde mirara, siempre estabas tú, con esos gestos inconfundibles, con esa risa tierna que antes pasaba desapercibida, con tus costumbres y manías. Todo, es decir, TODO te pertenecía ahora a ti. Pero NADA podía hacer para remediarlo, o quizás sí. Tal y como vino la idea a mi mente, intenté evitarla porque resultaba imposible y temerario, con un 99% de probabilidades tentando el fracaso absoluto y más vergonzoso de mi vida. Pero ahí estaba esa idea, rondando en mi cabeza sin cesar y me dije a mi misma: ¿Y qué más puedo perder, a ti? Ya te tenía completamente perdido debido a mi estupidez, quizás esa misma pudiera hacer mediante un milagro que regresases a mí. Así que le cogí la palabra a mi desesperada idea e intenté hacer de mí una chica nueva ante sus ojos, intentar acercarme a él todo cuanto pudiera o me estuviera permitido y que, con un poco de suerte… ¡Más bien con mucha! Se olvidara de esa idiota que lo hirió y que se enamorase de esa misma idiota que ahora estaba ahora “desangrando” por el remordimiento.
En fin, tuve que ponerme en marcha lo antes posible y claro, el primer intento fue nulo, como ya me esperaba. Cada intento de dirigirle la palabra, de acercarme a él e incluso de mirarle resultaban como una carrera de obstáculos en el que con mi fascinante torpeza no hacía más que meter la pata y caerme para hacerme daño de nuevo.
Después de todo, la esperanza es lo último que se pierde así que decidida y con seguridad recurrí al plan B, porque de todos modos ya sabía que iba a requerirlo. Entonces, me encaré frente a él y nada más ver la expresión de su cara note un leve golpe de repentimiento en el estómago.
Fueron pasando las semanas, bastantes concurridas y estresantes, pero cada vez más agradables porque ahora sí que me estaba acercando a él o por lo menos ya intercambiábamos saludos y de vez en cuando miradas. El tiempo pasaba y yo cada vez me notaba más cambiada, no sólo en el estado de ánimo y en el mal humor si no también que me resultaba fácil sonreir y ya no tenía que hacerlo forzadamente como una interpretación de mi fascinante vida ante mi diario público, es decir, mi familia.
Transcurrían los meses y ya se podría decir que llegábamos a alcanzar el término “amigos”. Tanta era la ilusión y el empeño que ponía de mi parte, que a él le resultaba difícil creer que yo fuera esa misma que lo menospreció. Recordarlo me resultó menos doloroso de lo que creía pero así fue como olvidando los malos recuerdos y centrándonos en el bello presente nos volvimos a hacer inseparables. Todo quedó atrás y junto a él mi espantoso genio, que sólo volvía muy de vez en cuando.
Ahora se me hace imposible lo que pasó pero al fin y al cabo, ¡mi vida siempre fue una historia totalmente imposible! Ya era de costumbre quedar casi a diario y un inesperado y maravilloso día volvió de nuevo a confesarse, claro está amorosamente. Sus dulces palabras se colaban por mis oídos como si fuese una droga que hubiera probado alguien que está en rehabilitación, hasta ahora todo era perfecto, pero si se podía pedir más, sus labios se colocaron indecisos sobre los míos dando lugar a un beso mágico e inolvidable que comenzó una bonita relación, en la que se confirma que ¡lo que la estupidez te quita, la estupidez te lo vuelve a dar.

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